De los refugiados se habla mucho. Se habla de su
sufrimiento. Especialmente del sufrimiento de los niños. Y se habla tanto
porque parece que las experiencias negativas dejan huellas biológicas. Huellas
que pueden heredar los hijos. Huellas que están en la base de muchos trastornos
mentales.
Los entornos relacionados con la guerra y en general,
los entornos inestables, imprevisibles y violentos, pueden constituir el punto
de partida de la enfermedad. Hay especialistas que hablan de huellas, de
traumas, de heridas psicológicas, que luego se transmiten de generación en
generación, pues, ocasionan cambios estructurales. La Investigadora Lorna
Smith, dice cosas muy interesantes, que me cuesta entender, lo reconozco.
Esta investigadora dice lo siguiente: "De
pequeños copiamos de los padres, o de los que mandan, los mensajes que nos
proporcionan sobre la seguridad y la amenaza. Y luego, quizás, reproducimos las
cosas copiadas ; Si el padre era violento, tú también lo serás. Si el padre
permitió que robaras, seguirás haciéndolo. Si te decía que eras valiente, tú
seguirás teniendo este concepto de ti mismo. Lo que decimos hablando de
los padres, lo podemos decir también, de los otros adultos importantes del
entorno".(…).
Y además, debemos pensar que hay mensajes que
favorecen la adaptación posterior. Y mensajes y experiencias que no la
favorecen, y ponen en marcha conductas inadaptadas y enfermas.
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